ELCONOCIMIENTO
DE SÍ MISMO y LA EVOLUCIÓN DEL ALMA
¿Qué es el yo?
El Yo Soy, siendo la
primera persona del verbo “ser”, es en realidad “el SER”, al cual algunos
llaman PRESENCIA ó Testigo. El Ser es la Vida universal, es decir una Única Vida
expresándose en y a través de infinidad de miríadas de formas, visibles e
invisibles, en todos los planos en que se manifiesta dicha VIDA.
El SER es la Presencia en el Todo. Al
decir “Yo Soy”, sabiéndolo o no, estamos haciendo referencia a esta infinita y
siempre presente e indivisa VIDA en nosotros. Por lo tanto: todos somos, y
todas las cosas son, esta VIDA en manifestación.
Ahora bien: ¿Qué
sucede con la conciencia del hombre…? Si en realidad no podemos ser otra cosa
más que esa Vida Divina e infinita… ¿por qué el hombre se refiere a sí mismo
comúnmente diciendo cosas como: “soy pequeño, o alto”, “soy delgado, o gordo”,
“soy alguien insignificante”, “soy peor o mejor que los demás…”, “soy de tal
nacionalidad…, abogado, con hijos…, ó… soy obrero, soltero…”, “soy incapaz …”,
“yo soy el que piensa así, pero no de esa otra forma…”, etc. siendo estas identificaciones muy limitantes de la Vida universal…?
Es evidente que el
hombre vive aturdido por sus sentidos físicos y se ha enredado en las aparentes
limitaciones que estos sentidos han reflejado de alguna manera en su
conciencia. La mente humana concreta no ha ido más allá que la comprensión
material de la existencia, y aún así, con deficiencias. Para quienes viven
afirmando de sí mismos cosas semejantes, el sendero espiritual aún permanece
cerrado, porque ese Sendero es el camino al SER, a la VIDA , es la vuelta al Yo Soy
Real, sin limitaciones.
Es por esto que hay que hacer una distinción
entre lo que sería el “Yo Soy” o Ser puro, que es VIDA ilimitada, y lo que es
el “yo psicológico” ó yo personal ó ‘ego inferior’ (como también se le suele llamar).
La palabra “yo” se suele emplear para ambos niveles, pero significan algo
totalmente diferente. Estos conceptos tienen que estar claros, para el comienzo
de lo que llamamos “conocimiento de sí mismo”, por que…: ¿Qué es el “sí mismo”?
He aquí la cuestión central de este tema, y de alguna forma ya fue expuesta la
temática.
Para que el Ser puro
fluya libremente a través de la conciencia del hombre, se debe producir una
purificación de la conciencia, o de la mente; porque la mente humana, al estar
tan condicionada por el trasfondo psicológico de experiencias y creencias, no
puede dejar pasar los rayos luminosos de “el Sol del Ser”. Por eso, la tarea
interior es, en primer lugar, observar y conocer al “yo psicológico”; descubrirlo
en nosotros mismos; porque solo al ver y darnos cuentas de las “nubes” en el
cielo astral y mental podremos despejar el cielo para que el Sol penetre con
sus rayos en la conciencia. Todo esto es lo que podríamos llamar “purificación”.
Siguiendo con la
reflexión, veamos mejor qué sería el “yo psicológico” o humano.
‘El yo humano es la identificación
con el cuerpo y sus necesidades’. Esta sería la forma simple y
sintética de enunciarlo, pero veremos que es más complejo que esto.
El yo psicológico es un mecanismo de “identificación” que surge de la actividad de los sentidos físicos
en su interacción con el medio, plagado de objetos, en el cual está inmerso el
cuerpo humano, y de cuya actividad, la
mente crea conceptos e ideaciones. De esa interacción con el medio, también
surgen los deseos de todo tipo. Según sean las experiencias que se produzcan,
de placer o de dolor, en sus diferentes rangos y categorías (físicas,
emocionales y/o mentales), se producirán en la conciencia reacciones de
atracción o rechazo.
El cuerpo físico, con
su correspondiente cerebro y sistema nervioso, dan al hombre noción de estar
separado de los demás objetos y del resto del mundo. Esta ‘sensación de
separatividad’ que dan los sentidos físicos y el sistema nervioso relacionado,
es más compleja si se agrega la vida afectiva, emocional, a esta ecuación.
El yo es
identificación con experiencias
físicas, afectivas, emocionales y mentales; es un complejísimo mecanismo de
“identificación” que incluye experiencias múltiples de atracción y rechazo,
desde las vivencias más simples y tempranas del bebé recién nacido hasta las
más complejas preferencias intelectuales de un adulto.
Se nos hace muy difícil
estudiar al yo, por que para hacerlo sin que quede solo en ideas teóricas,
debemos entrar en un profundo descubrimiento de nosotros mismos. No nos bastará
con estudiar la “anatomía” psicofisiológica y espiritual del yo en libros.
Deberemos además conocer su “fisiología” (funcionamiento) íntegra, física y
psicológica, a través de la observación directa en la vida diaria en las
relaciones con los demás.
El
“yo” es nuestra naturaleza psicológica, por lo tanto, los libros pueden ayudar,
pero no completar su estudio, hasta que no hayamos dado con ‘la causa del yo’
en nosotros mismos, a través de una
comprensión directa.
La naturaleza del yo
es la misma en todos los seres humanos, por lo tanto, observarla y descubrirla
en nosotros mismos es verla y descubrirla en los demás, ya que no hay
separación en lo que respecta a la raíz
del yo.
Se ha dicho que el
yo, como todas las cosas aparentemente objetivas, es ilusión, maya (algo “medible”, finito, por lo
tanto ilusorio, ya que la Vida
real es ilimitada, el SER es unidad indivisible; por lo tanto todo lo que
aparente ser finito, medible y separado, sería en el fondo, ilusorio, irreal o
relativo). Llegar a VER esta hipotética verdad sería vivir un proceso alquímico
de la conciencia. Iremos viendo esto.
El yo es complejo, muy complejo y
contradictorio. Por ejemplo: Alguien que se comporta agresivamente con su
esposa e hijos, que manifiesta poder en forma violenta, es habitualmente
alguien débil por dentro, es común que ocurra que haya sido sometido con
violencia en su infancia. O, un hombre “machista”, es alguien a quien le cuesta mucho reconocer
su lado femenino, y lo rechaza criticando al género opuesto para realzar su
aparente masculinidad. Otro ejemplo: Es común y corriente el ‘miedo a no ser
querido’, pero coexistiendo junto al ‘miedo a dejarse querer’; por no querer
sufrir nuevamente el dolor al abandono o pérdida del amor. En este ejemplo se
presenta una típica contradicción interna: el miedo a no ser amado junto al
miedo a dejarse amar. Este tipo de contradicciones forman parte del yo
psicológico.
La contradicción o incoherencia es una de las
razones de la complejidad del yo, pero otra es su característica de poseer
múltiples facetas. Hay quien ha dicho que no existe solo un yo, sino múltiples
yoes en un mismo individuo, es decir tendencias y deseos diferentes y
contrapuestos que reclaman su lugar en el individuo. En su interior, se libra
una lucha permanente entre esas tendencias, hábitos y deseos, muchas veces contrapuestos.
El hombre no puede estar en paz porque esa lucha entre “yoes” permanece en su
interior. Se ha llamado a esto “fragmentación”, estar divididos o fragmentados
internamente, con contradicciones, lo cual genera un permanente conflicto.
El conflicto pareciera ser parte constitutiva
del yo psicológico. Ahora nos podemos preguntar: ¿Qué puede hacer el hombre al
respecto…?
En primer lugar diría que nada puede hacerse
sin autoconocimiento. Realizar un buen estudio sobre la constitución humana es
lo primero. Sin una base sólida en esto será muy difícil, si no imposible el
autoconocimiento. Además habremos de aplicar el método de autoobservación, como
ya se expresó, en un estado de alerta interior. En síntesis: estudio y
observación de sí mismo y de todo lo que nos rodea en forma holística.
En el sendero del autoconocimiento debemos
ser capaces de ver y enfrentar lo que nos sucede, es decir, no escapar ante lo
que nos pasa internamente, sino aceptarlo, sea lo que fuere, aceptarlo sin
juicios de valor. Como el hombre está lleno de juicios de valores y creencias
culturales, religiosas, morales, etc., no puede aceptar las cosas como son. Por
ejemplo, ‘el machista’ debería aceptar que, como todo hombre, tiene en sí mismo
aspectos femeninos (lo cual no ocurre por que justamente es “machista”, por
negarlo); el violento e iracundo debería aceptar su debilidad y falta de amor
que tiene por dentro…, hay aparentes filántropos que deberían aceptar su
egoísmo oculto, el celoso debería ver y aceptar su apego.... En fin, es
evidente que se necesita de una preparación y maduración interna para aceptar
sin resistencias “lo que es” tal como es, no como quisiéramos que fuese, y para
esto es necesaria apertura e ‘inteligencia’ (no solo intelecto). Para este tipo
de autoconocimiento debemos estar dispuestos a morir a los ideales y arquetipos
de perfección y a dejar de lado los “ideales” y “modelos” morales, porque quien
los porte podrá observar resistencias a ‘ver lo que es, tal cual es’. Esas
resistencias y negaciones a “ver” vendrán desde el trasfondo psicológico lleno
de modelos, creencias, hábitos de pensamientos familiares, culturales, religiosos,
etc. Hay quien podrá decir que no puede renunciar a los ideales, porque son el
rumbo de su propia vida… Bien, quien no pueda hacerlo, seguirá con sus ideales
a cuestas, porque por ahora forman parte de su necesidad psicológica; pero para
el verdadero autoconocimiento la renuncia a los modelos es vital. No hace falta
llevar ideales y arquetipos de perfección en nuestra mente, aferrándonos a los
mismos, porque si acaso tal perfección existiese, no precisaría de nuestra
adhesión y apego, sino que tendría existencia por sí misma. Por lo tanto podríamos
dejar de lado todo lo que en nuestra mente pueda funcionar como “estorbo” para
el autoconocimiento. En todo caso, observar y conocer nuestro apego a ideales
formaría parte del mismo autoconocimiento.
Empezar a vaciarse de tantas creencias,
modelos y juicios conscientes e inconscientes tiene relación con el proceso de
“desaprender”, del cual algunos hablan…
Podríamos definir al yo personal como una entidad muy compleja de
mecanismos kamamanásicos (deseo y mente en conjunto), donde existirían
elementos psicológicos no solo de la presente vida, sino gérmenes activos de
vidas pasadas que, en forma de “skandhas”
(tendencias, hábitos físicos, mentales, etc.) influyen en la propia y actual existencia.
También se podría decir, si nos permitimos
ser creativos en tan obstruso tema, que
EL YO PSICOLÓGICO ES UNA GRAN FORMA MENTAL-ASTRAL, que incluye imágenes,
creencias, emociones y formas de pensamiento de diferentes tipos e índoles. El
yo vendría a ser la “forma mental madre” de todas esas energías siempre en
movimiento en torno a un centro de identificación personal.
Podríamos visualizarlo, si quisiéramos
ponerlo en una imagen, como un gran tornado de energías vibrantes de todo tipo,
girando sobre sí mismas y trasladándose sin cesar, siendo capaz de arrancar y
‘fagocitar’ lo que encuentra a su paso y de ‘destruir’…, aunque es de suponer
que llegado el momento pierda su fuerza y desaparezca, al igual que como ocurre
con un tornado en la Naturaleza. Los tornados se forman y existen un
determinado tiempo, luego se disuelven, como todo en la manifestación. Como el
yo psicológico es un producto o subproducto más de la manifestación universal
en una determinada fase evolutiva de la Conciencia , la lógica nos llevaría a determinar
que, como ocurre con todas las demás cosas manifestadas, llegado su momento,
también se extinguiría. En todo caso, cierto es que tal extinción no sería de
modo alguno desaparición, sino transformación; porque nada se pierde en el
Universo, todo se transforma. Por lo tanto, la extinción del yo humano, sería en realidad una absoluta
transformación alquímica, tan profunda en su misma esencia, que no sería
incorrecto hablar de “extinción” (concepto polémico para algunos
investigadores), ya que como tal, el yo separado o individualidad dejaría de
existir para seguir existiendo como “algo” enteramente diferente. Ese es el
significado de Nirvana, extinción,
disolución.
La
fuerza del ‘tornado del yo’ está
compuesta, como dijimos, por energías etéricas, astrales y mentales de
diferentes cualidades, muchas de las cuales se contraponen entre sí generando
aún más violencia y fricción en el interior del tornado.
Ahora bien, el centro
del tornado está formado por una simple cosa: “inseguridad” y “miedo”,
que son como las dos caras de una misma moneda. Estas dos energías son las
generadoras de la complejísima gama de energías que se ponen en giro en su
derredor. Esa inseguridad es la base del tornado
del yo, por que proviene del sentimiento
de separatividad.
¿Cómo se forma “el tornado del yo”?
Al surgir en los inicios de la
individualización la sensación de separatividad, la mente psicológica
experimenta “inseguridad”. Esto es lo primero. Luego comienza la búsqueda de la
seguridad y la pérdida constante de la misma, porque se busca la seguridad en
cosas finitas, caducas y perecederas, en el mundo material, por lo tanto surge
seguidamente el “miedo” a la pérdida constante de seguridad. De esto se deduce
que inseguridad y miedo serían la base o
raíz misma del yo psicológico.
El regreso a la Conciencia de Unidad, a
la VIDA , al SER
o Yo Soy puro, (en forma consciente), es la disolución progresiva de toda
separación, y por lo tanto, el fin de la inseguridad y del miedo. Este “fin” de
la separatividad es el fin del sufrimiento que la misma produce, y es a lo que
se ha llamado Moksha (Liberación) y Nirvana (extinción o fin de la
naturaleza inferior)..
El
proceso de la vuelta a la
Armonía y la Paz ,
el regreso a la Unidad ,
al Amor impersonal, que es el Alma de todas las cosas visibles e invisibles, va
diluyendo el tornado del yo
psicológico, va disolviendo o restando fuerza a la ilusión del yo limitado o
personal. Todo el aprendizaje ganado en forma de COMPRENSIÓN generado durante
los ciclos reencarnatorios que la individualidad atravesó, es finalmente
sintetizado y absorbido por la
Mónada , que siendo en los inicios de la evolución tan solo
una “Chispa Divina” de la
Esencia de Vida Universal, ahora se ha transformado en “Fuego
ardiente de Conciencia Espiritual”.
He visto que existe
una aparente contradicción entre los que afirman que el ‘yo’ no muere jamás,
sino que se entrena y se expande, y los que pregonan que la iluminación del
hombre es sinónimo de extinción del yo, de desaparición o muerte del ego. Podremos
ver que, si profundizamos, ambas teorías aparentemente diferentes, se
concilian.
Hay pensadores, como
Ramacharaka, que dicen que es un error pensar en que el yo es disuelto, sino
que en realidad el yo se purifica y va expandiendo sus límites, cada vez más
hacia la totalidad de la Vida. Podríamos
coincidir con tal idea si pensáramos en que lo que en realidad es disuelto es
el “yo psicológico”, lleno de trasfondo de limitación e ilusión; pero el YO SOY
no puede ser disuelto por que es el SER, la Vida. Por lo tanto la Conciencia no es
disuelta, sino que, como ya expresamos, se transforma, y sigue su proceso en la
evolución en expansión. Lo que es disuelto y se extingue es la red enmarañada
del yo psicológico. Es decir que lo que se extingue es la idea y sensación de
ser un yo individual, separado y particular, diferente de los demás yoes y de
los demás objetos.
La disolvencia del yo
psicológico se decanta por maduración evolutiva, por lo tanto es inútil ‘perseguir’
este objetivo porque no puede acelerarse a voluntad. Además, perseguir un
“objetivo personal”, aunque este fuera de orden espiritual, es deseo y
ambición: materiales de los que se compone el ego. Por lo tanto perseguir un
objetivo, solo fortalecería al ego, en lugar de disolverlo… ¿Contradictorio
no…? Todo esto requiere de discernimiento.
Lo que sí podemos decir es que, en todo esto,
el autoconocimiento es necesario y vital. Podemos llamar “trabajo interior” al proceso consciente que nos lleva al
autoconocimiento, y mediante ello, a la purificación de la conciencia. En este
proceso, lo que es ilusión e ignorancia (de ‘lo que somos’…) debe transformarse
en Sabiduría.
Después de llegar a
este punto en nuestro corto ensayo sobre este complejo tema, podríamos “hilar”
más fino diciendo que ego y personalidad no son la misma cosa, aunque
comúnmente van juntas.
La personalidad es un
conjunto de energías y atributos, desarrollados y/ó a desarrollar. El ego (ego
personal) es identificación con los objetos, con los deseos y con las ideas; el
apego e identificación a esos aspectos sería el ‘ego’ (el yo psicológico,
diferente de ‘Ego’, con mayúscula).
En el hombre común el
ego casi siempre maneja a la personalidad a su antojo, pero a medida que el ego
es observado, y reconocido en su ilusión, se va debilitando, y entonces es la
energía Superior (‘Ego’) la que comienza a influir y a comandar a la
personalidad. Durante este proceso se dice que el peregrino vive ciertas
iniciaciones internas.
Podríamos llamar
“personalidad humana” a la que está unida al ego, mientras que llamaríamos
“personalidad espiritual”, a la que, dejando al ego, se ha unido en mayor
medida a la Voluntad superior.
Para ir cerrando este capítulo de reflexión
(aunque en realidad nunca se cierra…), diremos, desde un punto de vista más
esotérico, que la Mónada
desciende a la materia con un Propósito: Evolución; y al llegar a la
individualidad en la ‘forma hombre’, necesita del nacimiento del yo psicológico
para generar experiencias de comprensión vital. El ego empírico es pues,
necesario, y sirve a los intereses elevados de la Mónada. A
través de la extensa travesía de las sucesivas reencarnaciones, el aprendizaje
vital resultante recogido en el cuerpo causal es absorbido finalmente, al final
del proceso, por la Mónada. Esta
es la extinción del ego y del cuerpo causal (que podríamos llamar alma), ya que todo el “Fuego de
Conciencia” generado gracias a la fricción en la vida material, ha sido
recogido finalmente por “El Padre” (la Mónada en el hombre).