Este
tema no siempre es bien entendido por los estudiantes, y, a menudo, pasa
bastante tiempo hasta que la correcta comprensión de este asunto es adquirida.
ElMorador del Umbral, también denominado Habitante del Umbral y Guardián
del Umbral, es como “una sombra” que persigue al hombre durante el transcurso
de sus múltiples reencarnaciones. Esta sombra está unida inseparablemente al
ser humano, debido a que es, en realidad, energía de kamamanas. Este vocablo, del idioma sánscrito, significa: kama: deseo; manas: pensamiento, mente; es decir que la más burda y grosera
energía (energía mal empleada y cualificada) del ‘deseo’ con la adhesión de la ‘mente’
en ello, va formando en el mundo invisible, muy cercano al físico, un “ente
artificial” (porque es creación astral-mental) que comienza a tener vida propia,
o mejor dicho, a moverse en su propio plano en forma independiente a la
voluntad humana consciente. Este ente es “hijo del hombre”, porque es creado y
nutrido con la energía de los pecados del mismo ser humano; es “su propio
demonio”, el cual deberá ser enfrentado una y otra vez al disponerse el hombre
a superar sus vicios y malos hábitos de todo tipo. Esta actitud de
autoconocimiento y autosuperación y perfeccionamiento del carácter, llega
cuando el alma humana ya tiene la suficiente madurez como para inspirar a la
personalidad terrestre (al hombre encarnado) a transitar el sendero de búsqueda
de la Verdad y, por ende, de elevación y purificación.
En este Sendero
interno, a medida que la Divina Presencia YO SOY (el Atman o Espíritu) adquiere poder en la
forma, se van venciendo las energías del demonio interno, ‘el Morador’, hasta
que llega el momento de vencerlo totalmente, lo cual significa una Iniciación
del alma. Este proceso mediante el cual el ser humano se va purificando y
elevando en conciencia y vibración, ha sido denominado TRABAJO INTERNO.
La denominación “Habitante del
Umbral”, o ‘Guardián’ o ‘Morador’, significa que este ‘ente astro-mental’ de
vibración desagradable (por lo cual muchos han dicho visualizarlo como un
monstruo) habita en el umbral entre dos zonas: la realidad material del ser
humano y el Espíritu. Es decir que esta grosera entidad o egregor ‘mora’ entre
el hombre de carne y el Espíritu Divino en el hombre, y ‘guarda’ y vigila que
el ser humano obedezca a sus apetitos sensuales y viciosos para nutrirse de más
energía grosera, tratando a la vez de impedirle o dificultarle su paso hacia la
región del Divino Espíritu. Trata de distraerlo con deseos materialistas y de
variadas maneras intenta desviarlo del rumbo espiritual. Sabe que si el hombre
despierta espiritualmente, sus días estarán contados…; por eso se le denomina
“Guardián del Umbral”, pero todo hombre ha de enfrentarlo tarde o temprano y de
vencerlo llegada la Hora.
Así como existe este Morador en cada
ser humano no liberado, también existe “ELMORADOR DEL UMBRAL PLANETARIO”, conformado por el conjunto de
energías de pecados de toda la Humanidad. Tal Morador Global también será
vencido por el Espíritu Planetario, y la lucha está siendo hoy entablada,
porque la Tierra esta elevado su vibración y al final de este proceso
ascensional deberá librarse definitivamente de Su Sombra. Eventos astronómicos,
como el del profetizado paso del “PLANETA X”,
estarían vinculados a este tema…
A continuación he copiado un párrafo
sobre el Morador del Umbral, del libro “FuerzasInvisibles” de M-P- Hall.
ENFRENTANDO
AL MORADOR DEL UMBRAL
“La primera etapa en la antigua
iniciación era pasar ante el terrorífico monstruo que mora en la linde de los
mundos físico y espiritual. A los Hijos de la Luz se les decía
que nunca podrían "avanzar en lejanas
comarcas" o "ganar el salario del Maestro
Constructor" mientras no enfrentasen con valor
y resolución el demonio invisible que
mora siempre con ellos y no despertarán dentro de
ellos las fuerzas sutiles con las
que él estaba compuesto. La mayoría a de la gente no
llega a conocer esa terrible
figura hasta el momento de la muerte cuando la
inteligencia actúa por un breve
instante en esta linde de la muerte y la vida, así
llamada, que es el lugar donde mora
la bestia. Allá está agazapada —esa cosa construida
por los pecados de la carne y los
crímenes cometidos en la oscuridad—, un espectro de
pavoroso terror, la suma total
de la perversión, con el agregado de las fuerzas que
se emplearon mal y del talento
pervertido. ¿Nunca nos hemos detenido a pensar que
las cosas que hacemos sin juicio
llegarán un día a enfrentarnos como jueces
acusadores y nos impedirán llegar a la luz
que algún día reconoceremos y trataremos de servir?
En
épocas muy lejanas, cuando el hombre pecó por primera vez, nació ese ser, y
gritó sobre la sangre del primer hijo de Dios que fue
matado. El odio y el miedo, los
celos y la codicia, las pasiones y la lujuria, la
negligencia y el crimen, todas estas
cosas lo han nutrido hasta que en el momento
presente el hombre lleva consigo un
ser todopoderoso criado y educado por lo peor que
hay en él, una bestia semejante a
un demonio que lo incita siempre al crimen y a la
perversión, que lo tienta siempre,
por medio del hábito, a hundirse en ese fango de la
degeneración del cual sale
arrastrándose tan penosamente.
Este
es el Guardián del Umbral. Nunca lo hemos visto, pero no hay día en que no
combatimos con él, luchando para liberarnos de los
anillos del pecado que son sus
manifestaciones. Cada vez que dominamos un rasgo
indigno de carácter, pasamos
ante el Morador del Umbral; porque nuestros pecados
nos separan del mundo del
espíritu, y cuando dominamos nuestros errores
actuando honradamente en vez de
dejarnos llevar por nuestros malos impulsos como
antes, el pecado ya no es un
obstáculo tan grande. Finalmente llegamos a ser
capaces de enfrentar ese ser por
última vez, y entre los éteres del mundo superior
luchamos con el dragón del karma
hasta vencerlo y, bañándonos en su sangre, nos
volvemos inmortales; por cuanto la
energía es la sangre del Morador, y está constituido
con la energía que hemos
perdido o mal usado.
El
Morador difiere de los elementales y de los Espíritus de Naturaleza en este
particular: los últimos son en sí una creación
separada, que flotan en el espacio y que
viven en las esencias etéricas; el Guardián, no
obstante, está atado al hombre y
nunca lo abandona. Crece o disminuye con los pecados
del individuo del cual forma
parte. El
Guardián del Umbral es realmente el cuerpo de pecado de todos los seres
que poseen
una inteligencia individual. Aunque el hombre es el único ser inteligente
que conocemos, hay muchos otros en la Naturaleza. El
planeta Marte es el cuerpo de
pecado del Dios Solar y por consiguiente es su
Guardián del Umbral, pero la Deidad
ha trasmutado su poder en la dinamo del sistema
solar.
Los
que quieren servir a Dios con seguridad y unirse a los inmortales, deben
primero dominar sus propios pecados. El precio que
hay que pagar para entrar en el
Templo es la conquista de nuestra naturaleza más
baja, porque no podemos servir al
mismo tiempo a Dios y a Mammón. Si queremos forzar
una parte de nuestra
naturaleza a que desarrolle poderes espirituales,
mientras que con la otra servimos al
vicio y a las cosas materiales, es buscar la
demencia y la muerte. Por consiguiente,
antes de internarse en el verdadero camino que debe
seguir el discípulo espiritual,
hay que examinarse a fondo y ver cuántos elementos
de la naturaleza más baja
siguen atándonos a la tierra. Entonces comienza la
gran batalla tantas veces
simbolizada en las ceremonias religiosas de los
antiguos, que debe resultar en la
muerte de la naturaleza inferior, la del Morador. De
las cenizas del ardiente conflicto,
se eleva la naturaleza más alta y se une con el
espíritu de luz. Este es el misterio de
la crucifixión y el significado recóndito del tercer
grado del rito masónico. En escala
menor, entablemos todos los días este mismo combate,
pero por último debemos enfrentarlo con valentía y llegar a una decisión.”
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